sábado, 12 de enero de 2013

ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2013.

Del 18 al 25 de enero de 2013 REFLEXIONES PARA CADA DÍA. ¿Qué exige el Señor de nosotros? (Cf. Miqueas 6, 6-8) “Se te ha hecho conocer lo que está bien, lo que el Señor exige de ti, ser mortal: tan solo respetar el derecho, practicar con amor la misericordia y caminar humildemente con tu Dios.” El camino para el discípulo de Cristo implica caminar por la senda de la justicia, la misericordia y la humildad. La metáfora de ‘caminar’ ha sido elegida para enlazar los ocho días de oración, ya que, como una acción activa, intencional y prolongada en el tiempo, la metáfora de caminar transmite el dinamismo que caracteriza el discipulado cristiano. Además, el tema de la décima asamblea del CMI que tendrá lugar en Busan, Corea, en 2013, “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”, resuena con la imagen del Dios trinitario que acompaña a la humanidad y entra en la historia humana invitando a todos los pueblos a caminar juntos. Los ocho subtemas para la semana, que evocan diferentes maneras de caminar, nos permiten concretar la distintas dimensiones de un auténtico discipulado cristiano que camina «por la senda de la justicia que conduce a la vida» (Prov 12, 28). Día 1: Caminar conversando. Génesis 11,1-9 La historia de Babel y el legado de nuestra diversidad Salmo 34,11-18 «¡Venid y escuchadme!». La invitación de Dios a la conversación Hechos 2, 1-12 La efusión del Espíritu, el don del entendimiento Lucas 24,13-25 Conversación con Jesús resucitado por el camino Reflexionamos sobre la importancia del diálogo y de la conversación como un medio para superar obstáculos. Tanto para el ecumenismo, como para las luchas por la liberación de las personas en todo el mundo, la capacidad de hablar y de escuchar son fundamentales. En este tipo de conversación auténtica podemos llegar a reconocer a Cristo con más claridad. Día 2: Caminar con el cuerpo partido de Cristo. Ezequiel 37,1-14 «¿Volverán a vivir estos huesos?» Salmo 22,1-8 El siervo de Dios, ultrajado e insultado, grita a Dios Hebreos 13, 12-16 La llamada a ir hacia Jesús «fuera del campamento» Lucas 22, 14-23 Jesús parte el pan, dándose a sí mismo, antes de su Pasión Al reconocer la solidaridad entre Cristo crucificado y los “pueblos partidos” del mundo, como los dalits, intentamos juntos como cristianos aprender a compartir entre nosotros esta solidaridad de una manera más profunda. Se pone de manifiesto, sobre todo, la relación entre eucaristía y justicia y se invita a los cristianos a descubrir modos concretos de un vivir eucarístico en el mundo. Día 3: Caminar hacia la libertad. Éxodo 1, 15-22 Las matronas judías observan la ley de Dios por encima de la orden del faraón Salmo 17, 1-6 La oración confiada del que está abierto a la mirada de Dios 2 Corintios 3, 17-18 La gloriosa libertad en Cristo de los hijos de Dios Juan 4, 4-26 La conversación con Jesús lleva a la mujer samaritana a un modo de vida más libre Hoy se nos invita a celebrar los esfuerzos de comunidades oprimidas en todo el mundo, como los dalits en la India, cuando protestan contra todo aquello que esclaviza a los seres humanos. Nosotros, cristianos comprometidos con una mayor unidad, aprendemos que la eliminación de todo lo que separa a las personas es esencial para alcanzar la vida en abundancia, la libertad en el Espíritu. Día 4: Caminar como hijos de la tierra. Levítico 25, 8-17 La tierra es para el bien de todos, no para la ganancia personal Salmo 65, 5b-18 La efusión fructífera de la gracia de Dios en el mundo Romanos 8, 18-25 El anhelo de toda la creación de la redención Juan 9, 1-11 Jesús sanando, barro, cuerpos y agua Tomar conciencia de nuestro lugar en la creación de Dios nos une los unos a los otros, porque nos hace ver nuestra interdependencia, entre nosotros y con la tierra. Teniendo en cuenta la urgencia del cuidado del medioambiente y de una correcta y justa repartición de los frutos de la tierra, los cristianos están llamados a unas vidas de testimonio activo en el espíritu del año jubilar. Día 5: Caminar como los amigos de Jesús. Cantar de los Cantares 1, 5-8 Amor y el amado Salmo 139, 1-6 Tú me sondeas y me conoces 3 Juan 2-8 Hospitalidad hacia los amigos en Cristo Juan 15, 12-17 Os llamo amigos Hoy reflexionamos sobre las imágenes bíblicas de la amistad y el amor humano como modelos del amor de Dios hacia cada ser humano. Vernos como amigos muy amados de Dios tiene consecuencias para nuestras relaciones dentro de la comunidad de Jesús. Dentro de la Iglesia, toda barrera de exclusión es incompatible con una comunidad donde todos son por igual los amigos muy amados de Jesús. Día 6: Caminar más allá de las barreras. Rut 4,13-18 La descendencia de Rut y Boaz Salmo 113 El Dios que ayuda al necesitado Efesios 2, 13-16 Cristo ha derribado el muro entre nosotros Mateo 15, 21-28 Jesús y la mujer cananea Caminar con Dios significa caminar más allá de las barreras que dividen y perjudican a los hijos de Dios. Las lecturas bíblicas de este día miran a distintos modos de superar las barreras humanas y culminan con la enseñanza de san Pablo: «Incorporados a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno» (Gál 3, 27-28).10 11 Día 7: Caminar en solidaridad. Números 27, 1-11 El derecho de herencia de las hijas Salmo 15 ¿Quién podrá habitar en el santuario de Dios? Hechos 2, 43-47 Los discípulos todo lo compartían Lucas 10, 25-37 El buen samaritano Caminar humildemente con Dios significa caminar en solidaridad con todos los que luchan por la justicia y la paz. Caminar en solidaridad tiene implicaciones no solo para los creyentes en cuanto individuos, sino también para la naturaleza misma y misión de toda la comunidad cristiana. La Iglesia está llamada y capacitada para compartir el sufrimiento de todos y de todas a través de la defensa y el cuidado de los pobres, los necesitados y los marginados. Esto está presente en nuestra oración por la unidad de los cristianos de esta semana. Día 8: Caminar en celebración. Habacuc 3, 17-19 Celebrando en tiempo de privación Salmo 100 La alabanza de Dios de la tierra entera Filipenses 4, 4-9 Vivid siempre alegres en el Señor Lucas 1, 46-55 El cántico de María El texto bíblico de este día habla de celebración, no en el sentido de celebrar un exitoso desenlace final, sino como signo de esperanza en Dios y en la justicia de Dios. Del mismo modo, nuestra celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es nuestro signo de esperanza de que alcanzaremos nuestra unidad en los tiempos de Dios y con los medios de Dios. Lo que Dios exige de nosotros hoy es que caminemos por la senda de la justicia, la compasión y la humildad. La senda del discipulado supone caminar por el camino estrecho del reino de Dios y no por las autopistas de los imperios de hoy. Caminar en esta senda del derecho conlleva las estrecheces de la lucha, del aislamiento que acompaña la denuncia y de los riesgos ligados a la resistencia a «las potencias invisibles que dominan en este mundo» (Ef 6, 12). Esto es especialmente verdad cuando a los que hablan francamente a favor de la justicia se les trata de alborotadores y perturbadores de la paz. En este contexto tenemos que entender que la paz y la unidad son plenas cuando se fundamentan en la justicia.

Misa por la Jornada Mundial de las Migraciones Dia: Domingo 20 de Enero - Lugar: Parroquia Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro c/ Lalin 3 Vigo - Hora: 13:30

MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE MIGRACIONES CON MOTIVO DE LA JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y EL REFUGIADO Deseamos que los hermanos bautizados en la Iglesia católica, venidos de otros países, puedan encontrar en nuestras parroquias su propia casa, lo que en-contraban en la comunidad cristiana aquellos “extranjeros en la Diáspora”, a los que va dirigida la primera carta de Pedro: En medio de la opresión políti-ca, la explotación económica y la exclusión social, encontraban en la comu-nidad cristiana la Palabra de esperanza, su familia, el lugar de convivencia en dignidad, sin tener que renunciar a lo más genuino de su cultura. Más aún, que encuentren la posibilidad de poner al servicio de los demás sus propios carismas, su manera propia de sentirse comunidad y su compromiso. ”Contigo tambien,” les decimos. Es una gracia comprobar cómo ya empiezan los inmigrantes (presbíteros, religiosos y laicos) a participar incluso en puestos de especial responsabilidad en nuestras Iglesias. La homegeneidad étnica y cultural, dominante en España hasta hace poco, ha dado paso a la diversidad. Esta diversidad puede y debe de ser contemplada como una riqueza, como un signo positivo del camino de los pueblos hacia la fraternidad universal querida por Dios. En España vivían en el año 2012, 5,7 millones de extranjeros, un 12% de la población. Si se incluyen en el cálculo los residentes nacionalizados, la cifra se eleva a 6,7 millones, un 14%. La tasa de paro de los inmigrantes es del 35%; entre los autóctonos, del 22%. Estamos, a la vez, en un escenario de grave crisis económica y moral, que está golpeando a numerosas familias, a muchas personas. La vida como viaje Ante el amplio movimiento de gentes en camino, considerado por algunos como el nuevo "credo" del hombre contemporáneo, la fe nos recuerda que todos somos peregrinos de los nuevos cielos y la nueva tierra en los que habite la justicia (2 Petr. 3,13 ). Con esta humanidad hace camino la Iglesia compartiendo su fe, su esperanza y su amor1. En un mundo, convertido en “aldea global”, en que llevamos a gala considerarnos “ciudadanos del mundo” y en el que encuentran todas las facilidades de circulación, los mercados y el dinero, parece que sólo hubiera fronteras para los emigrantes. La Iglesia reconoce el derecho de los Estados a regular los flujos migratorios y a adoptar medidas políticas dictadas por el bien común, garantizando el respeto de la dignidad de toda persona. Pero afirmado asímismo el derecho fundamental de las personas a emigrar (GS.5). Hay que seguir abogando por la implicacion de la comunidad internacional en el desarrollo de los pueblos más pobres, a fin de que en sus habitantes pueda hacerse real también el derecho a no emigrar proclamado tanto por el Beato Juan Pablo II como por Bendicto XVI. Las migraciones son en su mayoría, como dice el Papa, “el resultado de la precariedad económica, de la falta de bienes básicos, de desastre naturales, de guerras y desordenes sociales”. El hambre no conoce fronteras. En este Año de la fe queremos manifestar a todos, inmigrantes y autóctonos, una convicción profunda: Que lo mejor que nuestra Iglesia puede ofrecer a nuestros hermanos los hombres no son ni siquiera sus obras sociales, sino a Nuestro Señor Jesucristo, con Él todo lo demás viene por añadidura.. Terminamos con las palabras de Bendicto XVI: “Queridos hermanos emigrantes, que esta Jornada Mundial os ayude a renovar la confianza y la esperanza en el Señor que está siempre junto a nostros. No perdáis la oportunidad de encontralo y reconocer su rostro en los gestos de bondad que recibís en vuestra peregrinación migratoria. Alegraos porque el Señor está cerca de vosostros y, con Él, podréis superar obstáculos y dificultades”. Así lo encomendamos a la Bienaventurada Virgen María, signo de segura esperanza y de consolación, «estrella del camino» Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones